Reflexionar y cuidarnos para poder cuidar
Quizás nunca antes habíamos atravesado una situación tan compleja, hostil y delicada como la actual. Al menos a nivel colectivo: todos estamos pasando por lo mismo.
Quizás nunca antes se nos había hecho tan evidente la verdadera naturaleza incierta de la existencia. La situación es constantemente cambiante y no podemos hacer planes más allá de hoy, pues nos tenemos que adaptar continuamente a los cambios de normativa y de coyuntura. Últimamente, sobre todo en las escuelas: grupos de alumnos confinados cada dos por tres, cambio de ritmo de clases presenciales a clases online y viceversa (con el esfuerzo físico y energético que eso conlleva), bajas de maestras/os, escuelas al límite optimizando sus recursos al máximo, padres desbordados por la situación... Todos haciendo encajes de bolillos para seguir adelante con el día a día.
No sabemos cuándo va a acabar todo esto, ni tampoco si vendrán más crisis que gestionar.
Y la pregunta omnipresente: ¿Cómo está afectando todo esto a los niños y a los jóvenes? ¿Cuáles van a ser las consecuencias?
Cuestiones que todavía hacen más imprescindible replantearnos cuál es el verdadero sentido de la educación y qué papel jugamos en realidad los padres, maestros y acompañantes de los niños.
Hace unas semanas salió publicado un artículo de un maestro Waldorf francés, Philipp Reubke, que nos hizo reflexionar mucho acerca de esto. En él hablaba de cómo la educación debería ser, ya en sí misma, una educación que preparara al niño-joven para una gestión de crisis exitosa. Así, explicaba cómo la Pedagogía Waldorf trabaja en esa dirección pues "todas sus características más esenciales representan medidas preventivas homeopáticas a largo plazo contra los efectos secundarios inflamatorios psicosociales de las crisis de la civilización".
1. Desde el jardín de infancia hasta la secundaria, el motor del aprendizaje es el interés y la relación con los educadores, más que el miedo al castigo o el deseo de recompensa. Una relación basada en la confianza del niño con los maestros, con el espacio que lo rodea y con el mundo.
2. Se trabaja y aprende todo en conexión con la vida, es decir, en conexión con un contexto más amplio. Por ejemplo, se adquiere vocabulario y aprende gramática a través de la narración de los cuentos o se eligen materiales y juguetes que parten de la totalidad para crear (cera para modelar, piezas de madera, arcilla...) en lugar de materiales con los que se crea una totalidad mediante la combinación de partes individuales idénticas. También, por ejemplo, se vive en la consciencia de la gran interrelación que hay, en realidad, entre todas las materias, sin fragmentarlas constantemente.
3. Se vive y practica a diario la empatía y la tolerancia, en el contexto escolar: la cooperación y el compromiso en el juego, habilidades sociales y de escucha activa a través de disciplinas como la música o el teatro, etc.
4. Se observa y experimienta la naturaleza como fuente para comprender los fenómenos. Los aprendizajes nunca se basan en una definición sistematizada y aprendida de memoria, sino en una definición completa y profunda propia.
5. Se da importancia a la vivencia de diferentes modelos éticos y morales a través de multitud de relatos y mitos de todas las culturas de todos los tiempos (desde los cuentos de hadas hasta las descripciones de las mitologías hebrea, germánica, india, egipcia, griega y otras, hasta la historia del islam, el cristianismo, el budismo...).
6. Se ejercita el espíritu de equipo, la cooperación, la comunidad, en los que se da lugar a la iniciativa individual y, al mismo tiempo, se permite que todos los individuos crezcan más allá de sí mismos. Nunca tiene más peso el poder personal o el institucional, que el del grupo.
Reubke planteaba en su propuesta que si la todas las infancias y adolescencias fueran así, en una situación de crisis global futura, "sentiríamos instintivamente que las formas de liderazgo colaborativo generan mayor inteligencia y dinamismo que la toma de decisiones parcial por parte de unos pocos a quienes hemos convertido en grandes jefes".
También así, podríamos afrontar cualquier situación o fenómeno mundial con mayor ecuanimidad, equilibrio y ponderación. Desde la confianza por avanzar, en lugar de desde el miedo. Desde la totalidad de las consecuencias y sin perder de vista las complejas interrelaciones sociales y ecológicas que conlleva una decisión, más allá de la "simple solución" a un problema agudísimo, pero parcial.
Mientrastanto, en ING Edicions estamos trabajando en una nueva E-Guía para tratar específicamente este tema. Para ayudaros a sobrellevar lo mejor posible, como padres y/o maestros, esta situación que estamos viviendo. Para acompañaros a desarrollar vuestra confianza. Para aprender a cuidaros a través de prácticas nuevas que os pueden ayudar mucho. Muchos de ellos, recursos recopilados por nuestra Asesora pedagógica y maestra Waldorf, Àuria G. Galcerán.
¡La primera parte estará disponible a partir de mediados de febrero!
"Es más importante que nunca encontrar nuestros propios ideales pedagógicos"