El adiós a los pañales

El adiós a los pañales

Pautas para dejar el pañal

El que los niños dejen de necesitar la utilización de los pañales es un proceso esencial dentro del desarrollo infantil 

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Con ese adiós los niños alcanzan una meta muy importante en la temprana infancia, por el simple hecho de que ahora son ellos los que deben ser conscientes de sus necesidades físicas. Los padres pueden ayudar a sus hijos creando las condiciones apropiadas para que ese proceso suceda de forma natural y apoyando en todo momento sus intentos.

Aproximadamente alrededor del año y medio, los niños ya han llegado a ser capaces de controlar los esfínteres del ano y de la vejiga. A partir de los tres años, a la mayoría de los niños tampoco les hace falta seguir llevando pañales, al menos durante el día.

Cuanto más desee usted que su hijo deje los pañales y cuanto más trate de imponerle su voluntad, más reaccionará él en contra; pero eso no significa que usted no pueda hacer nada por miedo a una eventual resistencia. Los padres pueden introducir un gran número de buenos hábitos que creen un clima en el que el niño esté dispuesto a colaborar.

Haga que para sus hijos el ir al orinal o al wáter se convierta en un hábito regular sin mayores expectativas. Reaccione con igual tranquilidad tanto frente a un resultado positivo como frente a uno negativo. Ir al lavabo debe convertirse en parte integrante de la vida diaria. 

Posiblemente el uso de los pañales de celulosa ha contribuido a que hoy en día los niños tarden más tiempo en despedirse de los pañales. La capa interior perfectamente seca de los pañales impide que noten que algo sucede en ellos cuando están orinando. Desde este punto de vista, los pañales de algodón son mejores que los de usar y tirar puesto que permiten una mayor percepción y, por otra parte, también son más ecológicos.

Algunos consejos relacionados con el adiós a los pañales 

* El primer paso que dan los niños consiste en percibir de forma borrosa que “algo pasa en su vientre”.

* A continuación son capaces de percibir el momento en el que “sucede algo allí abajo”.

* En la siguiente fase notan, antes de que suceda, que “pronto va a suceder algo”.

* Cuando un niño consigue postergar ese impulso, del que paulatinamente es consciente, hasta llegar a su orinal o al baño, entonces se ha alcanzado la meta. Algunos niños lo consiguen en el transcurso de unos pocos días. Otros nece sitan semanas o incluso meses.

¿Qué es mejor: el orinal o el wáter?

 Un orinal sólido y robusto suele ser una buena ayuda a la hora de dejar los pañales. Si en el transcurso del segundo año se introduce el orinal en la vivienda, los niños se acostumbrarán a verlo. Sin embargo, hay niños que desde el principio prefieren ir al wáter. En realidad, no es tan sorprendente, puesto que hoy en día no hay nadie que tenga un orinal en el dormitorio y, por tanto, su función ya no es tan evidente para los niños como lo era antaño.

 Si se usa el wáter, algunas cosas resultarán muy prácticas. Hay una tapa especial para niños que impide que tengan miedo de caerse dentro él, y si se coloca un pequeño taburete delante de la taza, el niño podrá sentarse en ella sin la ayuda de nadie.

Los padres deben decidir cuál de las estrategias es la más adecuada para ellos y para su hijo

* Si con su comportamiento el niño deja claro que nota algo en el vientre —si dice algo al respecto, si de repente quiere ir al orinal o al baño, si se balancea o se sujeta los pantalones—, debe usted reaccionar y sujetarle pacientemente el orinal o acompañarle hasta el lavabo. De ese modo no perderá las primeras oportunidades, puesto que algunos niños reaccionan bien y de forma inmediata. Si este no es el caso, entonces existen otras posibilidades:

* Sentarlo en el orinal durante unos momentos determinados del día o llevarlo al lavabo. Los momentos más propicios son después de la comida y después de dormir. No lo deje sentado durante mucho rato ni con demasiada frecuencia en el orinal o en el váter, cinco minutos son suficientes. Intente averiguar si en este ritual su hijo le da importancia a estar solo o acompañado.

* Esperar hasta que llegue el siguiente signo claro.

* En el verano y con buen tiempo, dejar durante unas dos semanas que su hijo se pasee durante el día sin pañales. Por regla general, en el momento en que él note que le baja un riachuelo por las piernas, comprenderá rápidamente que esa sensación de mojado está relacionada con el hacer pis. Para el siguiente paso —notar a tiempo que tiene que ir al orinal— disponga las cosas de tal modo que siempre esté cerca de su orinal o del váter. Si esa forma de proceder no logra el efecto deseado, debería usted volver a ponerle los pañales e intentarlo de nuevo al cabo de una semana.

* Escoja el momento adecuado para empezar con el entrenamiento de ir al lavabo, es decir, que no sea precisamente cuando se acercan días de fiesta o está a punto de nacer un hermano o hermana.

Las recaídas

Después de haber abandonado los pañales, algunos niños experimentan una recaída. Esa recaída suele coincidir con un momento muy excitante de su vida, como el nacimiento de un hermano, el dormir en un sitio extraño para ellos o el participar en una fiesta para niños. En esos casos la consigna a seguir es la siguiente: persistir en los hábitos de siempre y no ponerse nervioso. Las enfermedades o la apatía, los pies fríos o una ropa que no abrigue suficientemente pueden ser también causa de que se produzca un retraso en el momento de dejar los pañales. En ese caso hay que intervenir con rapidez para cambiar estas circunstancias.

Si su hijo sufre estreñimiento puede presentar diversos problemas. Eventualmente es posible que el estreñimiento le produzca dolor al evacuar, y se pueden encontrar restos de deposiciones en su ropa interior. En estas situaciones debe usted procurar que la alimentación tenga un efecto purgante (pan integral, arroz integral, etc.) y que el niño beba suficiente líquido. En caso necesario, le puede dar, además, zumo de naranja o cualquier otra cosa que estimule la digestión. Disponga las cosas de tal modo que el niño pueda ir con toda tranquilidad al wáter. Si es preciso, hable con su pediatra.

Procure no insistir demasiado en la higiene y en la limpieza, puesto que el niño podría sentir excesiva repugnancia ante las deposiciones y todo lo que está relacionado con ellas, y reaccionar con estreñimiento. Un niño así debe experimentar lo divertido que resulta poder ensuciarse mucho, por ejemplo, jugando con agua y arena.

La mayoría de los pequeños “incidentes” suceden cuando los niños están tan absortos en el juego que perciben demasiado tarde las “señales corporales”. En esos casos, es posible ayudar a los niños recordándoles de vez en cuando que tienen que ir al lavabo, o acompañándoles hasta él sin vacilar.

 

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